Tete Montoliu (28 de marzo de 1933/24 de agosto de 1997) y
Pedro Iturralde (13 de julio de 1929/1 de noviembre de 2020) dos leyendas del
jazz nacional en vida y ahora que ya no están, dos músicos de nutrido
reconocimiento internacional, dos clásicos eternos; el primero un blanco de
alma negra, un invidente desde la cuna de visión clarividente, y el segundo un
inventor que creó el jazz-flamenco, un visionario que dio la alternativa a Paco
de Algeciras seudónimo de Paco de Lucía.
Un pianista y un saxofonista que perduraran en la memoria colectiva de todo aficionado al jazz y a la Música, me atrevería a afirmar.
Dos luceros en el horizonte del jazz nacional, faro y guía que aun hoy alimentan generaciones presentes, lo hicieron con generaciones pasadas y los harán con las venideras.
Nacidos para caminar juntos sus vidas como artistas nunca llegaron a juntarse, bueno quizás en algún lugar perdido en la memoria del tiempo, allá por los años 60 en el desaparecido club, Whisky Jazz de Madrid donde compartieron escenario.
Vidas paralelas que nunca llegaron a cortarse en el espacio y cuyos sonidos nunca se refugiaron en un estudio de grabación.
Dos músicos sin registros en común y muchos por separado que formula una pregunta que posiblemente tenga respuesta en algún lugar indeterminado del espacio-tiempo que solo ellos conocen.
Texto: © Enrique Farelo, 2020
Ilustraciones: © Kuto, 2020
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