lunes, 20 de noviembre de 2017

Anouar Brahem Quartet (Festival Internacional de Jazz de Madrid, Auditorio Conde Duque, Madrid.2017-11-16) [Concierto]

Festival Internacional de Jazz de Madrid

Fecha: 16 de noviembre de 2017
Lugar: Auditorio del Centro Cultural Conde Duque, Madrid
Grupo:
Anouar Brahem Quartet
Anouar Brahem (laúd árabe)
Klaus Gesing (clarinete bajo)
Björn Meyer (bajo eléctrico)
Khaled Yassine (darbuka y bendir)


Desde hace 16 años el laudista Anouar Brahem graba en el sello ECM. Desde su primer trabajo Barzakh (1991) hasta el último, Blue Maqams, editado este mismo año, la música de Brahem presenta unas características muy definidas e inconfundibles que le han hecho merecedor de su éxito, tanto en el campo de los aficionados al jazz como en el de los amantes de la llamada World Music. A diferencia de otros laudistas, Brahem tiene algo que le hace especial y es que ha sabido conjugar a la perfección los elementos más tradicionales con los sonidos occidentales más cercanos a la improvisación. El músico tunecino ha despojado al laúd de la función que siempre ha tenido en la música árabe de acompañante de la voz. Un papel subalterno del que ha sabido liberarse para abrirse hacia terrenos mucho más libres, donde se han diversificado sus posibilidades expresivas.

Desde su aparición en la fonográfica de Manfred Eicher, este amante del cine que descubrió el jazz en París, se ha ganado el respeto de muchos otros grandes músicos con los que habitualmente se rodea como Dave Holland, Jan Garbarek, John Surman, Jon Christensen, Jack DeJohnette y Django Bates, entre otros.


Desde entonces ha explorado nuevos territorios dando cauce a las líneas melódicas de la música árabe con las armonías occidentales. Ya en su aclamado Astrakan Café (1999), en un formato de trío con laúd, clarinete bajo y percusión, dio carta de naturaleza internacional a su “música de cámara”, a la que llevó a unas cotas creativas muy altas.

The Astounding Eyes of Rita es el título del disco que publicó en 2009 donde volvió a la fórmula más camerística, esta vez mediante un cuarteto con la misma instrumentación añadiendo un bajo eléctrico. Tanto el bajista Björn Meyer como el clarinetista Klaus Gesing son habituales músicos de ECM. El percusionista libanés Khaled Yassine es un asiduo colaborador de músicos también en la órbita del sello alemán.
  

Con este proyecto y la misma formación que grabó el disco, Anouar Brahem se presentó en el Festival de Jazz de Madrid. Una colección de ocho temas compuestos por Brahem y dedicados al gran poeta palestino Mahmoud Darwish.

Con un inicio muy lento con las cuerdas del bajo y el clarinete bajo comenzaban los primeros acordes de “The Lover of Beirut”; con ritmos definidos y entresacados de los sonidos más tradicionales. Un primer dueto entre laúd y el clarinete bajo, remarcado por la percusión da buena prueba de la interacción que se establece en este grupo y que fue característica común a lo largo de todo el concierto.
  

En “Dance With Waves” siguiente pieza, el clarinete bajo dirige los ritmos desde el comienzo. El laúd se erige en el primer plano y el resto del grupo sigue su estela. Un intercambio de solos entre el laúd y el clarinete bajo llenan de emoción el tema. En “Stopover at Djibouti” es el bajo eléctrico quien marca el ritmo y de nuevo el clarinete introduce un solo de larga extensión, recogiendo el testigo Anuar Brahem con otro solo lleno de expresividad acentuada por el percusionista Khaled Yassine con la darbuka. En “The Astounding Eyes of Rita” es el propio Brahem quien empieza llevando la iniciativa con un pequeño apoyo del bajo eléctrico, mientras el clarinete y la percusión van acercándose hasta fusionarse en una pieza de gran intensidad. El siguiente tema “Galilee Mon Amour”, ofrece un sonido muy introspectivo, sosegado y casi monacal. No hay una nota que sobresalga por encima de otra. Todo está perfectamente encajado. El clarinete sube y baja escalas y aporta una improvisación de corte más jazzístico.
  

En “Sur Le fleuve” (del disco Le Voyage De Sahar (2006)), la música sigue la misma línea intimista y nostálgica que sugiere el recuerdo de algo perdido. “Waking State” introduce un ritmo lento del laúd y del clarinete, donde el silencio también juega el mismo papel que los sonidos. Llama la atención por su calidez, acentuada por el laúd y el bendir en el acompañamiento.

“For No Apparent Reason” es un tema de carácter melódico con la darbuka y el bendir tocados a la vez, con un intenso ritmo, que le otorga un punto mayor de optimismo a la pieza, que tiene continuidad en “Al Birwa”, donde se vuelven a lucir el laúd y el bajo eléctrico tocado a modo de guitarra.

El concierto finalizó con “Halfaouine” (de “Astrakan Café”) en el que el cuarteto vuelve a la melodía con una perfecta sintonía de todos los músicos, como si de una ceremonia sagrada se tratara.

La capacidad de Brahem para unificar al grupo y crear perfectas combinaciones está fuera de toda duda. Su habilidad para equilibrar la línea entre formalidad y libertad está muy conseguida. Cada tema conforma un universo caleidoscópico en el que están perfectamente conjugados todos los detalles. Las interpretaciones están llenas de una delicadeza exquisita. Anuar Brahem consigue que los músicos den siempre lo mejor de sí mismos. Sin recurrir a edulcorantes festivos, amplificaciones excesivas y otros artificios, Anouar Brahem ha dotado al laúd árabe de una personalidad propia.

Texto: © Carlos Lara, 2017
Fotografías: © Enrique Farelo, 2017


miércoles, 15 de noviembre de 2017

Markus Reuter featuring Sonar and Tobias Reber: Falling for Ascension 2017 (Ronin Rhythm Records 2017) [Grabación]


Comentario: Nada estaba premeditado, simplemente confluyeron en el espacio-tiempo. Primero Markus Reuter compuso entre los alejados años 85 y 87 del S.XX, y ahora llegado el momento se hace realidad con el concurso de los suizos Sonar y el navegante del sonido Tobias Reber.

Todas estas piezas han estado guardadas en un lugar indeterminado de la mente de Markus Reuter sin saber muy bien qué hacer con ellas hasta el momento presente en el que han salido a la luz para sorpresa de los seguidores del músico alemán.

Su música se mueve y vierte un constante fluido minimalista en consonancia con los suizos Sonar aderezado con sonidos de dark-ambient y guitarreos repetitivos y frippertronics a lo Robert Fripp, sin dejar de lado la parte rítmica que pudiera rememorar al grupo de Krautrock, Can.

El álbum ofrece tensión y pasajes de quietud hipnótica y misteriosa en busca del espacio cósmico, música de trance para que el oyente ponga su imaginación al servicio propio y de la obra en sí.

Inevitable de fuerza mayor es no recordar de forma instantánea a King Crimson en su obra Discipline de 1981 en “Condition VI”, si bien los anteriores movimientos ya apuntaban en esa misma dirección.

“Unconditional” ahonda siguiendo la línea coherente y compacta de las composiciones precedentes como “Condition I” a “Condition VI”, sonidos repetitivos que buscan el trance lisérgico y background ambient en una pieza de largo desarrollo y viaje final sin destino predeterminado.

© Enrique Farelo, 2017

Markus Reuter featuring SONAR and Tobias Reber: Falling for Ascension 2017 (Ronin Rhythm Records 2017)

Músicos: Markus Reuter (guitarras, guitarra U8, sonidos y paisajes sonoros), Tobias Reber (electrónica).
Sonar: Stephan Thelen y Bernhard Wagner (guitarras), Christian Kuntner (bajo eléctrico), Manuel Pasquinelli (batería)

Composiciones: “Condition I”, “Condition II”, “Condition III”, “Condition IV”, “Condition V”, “Condition VI” y “Unconditional”.
Todas las piezas compuestas y dirigidas por Markus Reuter entre los años 1985 y 1987 cuando tan solo contaba con 14 años de edad.

Grabado en el Benoit Piccand para Tonstudio der Hochschule der Künste en Berna, Suiza, el 26 de Abril de 2014.

365 razones para amar el jazz: un fotógrafo. Sergio Cabanillas

Un fotógrafo (y su trabajo): Sergio Cabanillas

Seleccionado por Enrique Farelo

Bill Frisell Music for Strings (Festival Internacional de Jazz de Madrid, Auditorio Conde Duque, Madrid.2017-11-11) [Concierto]

Fecha: 11 de noviembre de 2017
Lugar: Auditorio del Centro Cultural Conde Duque, Madrid
Grupo:
Bill Frisell Music for Strings
Bill Frisell (guitarra)
Jenny Scheinman (violín)
Eyvind Kang (viola)
Hank Roberts (violonchelo)



Bill Frisell mantiene desde hace quince años este cuarteto de cuerdas en el que da rienda suelta al abanico de sus gustos musicales, donde tienen cabida referencias a la clásica, al jazz, al rock, y al country, dejando así siempre abierta una puerta en la que entran, como se suele decir ahora, todas las músicas posibles. Las cualidades profesionales de este denominado “858 Quartet” son tantas que así se lo pueden permitir. Los resultados son evidentes y el entusiasmo del público que acude a sus conciertos así lo constata.

 

 Music for Strings, es un proyecto dedicado a poner en valor la música popular de Norteamérica. Sirviéndose de una formación típica de la música clásica con la violinista Jenny Scheinman, el violista Eyvind Kang y el violoncellista Hank Roberts, Bill Frisell consigue sintetizar en piezas perfectamente calculadas improvisaciones y temas compuestos. El resultado es un viaje de ensueño con composiciones de Frisell, aderezadas por diferentes referencias del jazz, en este caso con composiciones de Miles Davis y Thelonious Monk, otras más propias de la canción popular e incluso del folk rock.

El concierto se abrió con tres composiciones seguidas de Bill Frisell. En la primera, “Pretty Stars”, las notas van surgiendo lentamente como por arte de magia. Los cuatro músicos proponen una especie de música minimalista que va generando paisajes abstractos, unas veces oscuros y en otros de plena claridad. Las armonías vuelan y se encuentran saludándose como si se cruzaran en plena naturaleza. Igualmente, se interfieren en “Tone”, donde las cuerdas van aportando sus propias notas a una idea común. Claramente se trata de música contemporánea abierta a matices improvisatorios.


La tercera pieza de Frisell, “The Pioneers”, es una clara referencia a la música country, con Jenny Scheinman, al violín, marcando los tiempos de la misma. Aquí el contenido melódico ya comienza a hacerse presente y comienzan a hacerse notar los fraseos de guitarra característicos de Bill Frisell. Toda la pieza tiene un carácter luminoso, radiante, que poco a poco va desvaneciéndose con la puesta de sol en la llanura del medio oeste.

Tras las composiciones propias llegaron las versiones de temas populares y más jazzísticos. En “Saint and Angels”, del guitarrista Jon Damian, Bill Frisell mantiene la tensión del tema al comienzo y sobre ella se desarrollan las interpretaciones de sus acompañantes. Al unísono, los cuatro se adentran en una larga aventura musical sin rumbo definido, hasta que por fin se va vislumbrando el final con un solo de Hank Roberts extraordinario.


Con la rearmonización del tema “For What It’s Worth”, composición de Stephen Stills para el grupo Buffalo Sprinfield, el concierto fue tomando un giro hacia terrenos menos minismalistas e intelecuales, para adentrarse por otros más populares. Con la guitarra de Frisell haciendo punteos agudos, enseguida le acompaña el chelo en un dueto de notas graves. La calidez del violín y la viola dando forma al estribillo de la canción acrecientan el virtuosismo del grupo.

Los momentos estelares del concierto llegaron de dos versiones de corte jazzístico. Por un lado el famoso “Blue and Green” de Miles Davis y Bill Evans, iniciado con Hank Roberts haciendo un solo largo y muy preciso, al que sigue el grupo de manera ya melódica, lenta y muy sugerente. La pieza concluye con un nuevo solo de Roberts, ciertamente inspirado a lo largo de la actuación. La siguiente aportación jazzística fue la pieza de Thelonious Monk, “Skippy”, donde los ritmos asimétricos se apropian enteramente de ella, resurgiendo por momentos un enfoque más improvisatorio en el violín, la viola y el chelo.


 El concierto tuvo su colofón con dos interpretaciones fuera de programa como la del tema popular, con toque romántico, “What the world needs now is love” de Burt Bacharach. En un comienzo los cuatro integrantes del grupo interpretan en pizzicato y el desarrollo de la melodía al unísono en el que se da cuenta una vez más de una armonización perfecta. La insistencia del público provocó una nueva aparición del cuarteto, que acometió una versión de la sintonía de la mítica película Bonanza, composición de David Rose, en la que se resumían todas las grandes virtudes de este cuarteto de cuerdas tocado por una varita mágica, debida a su tremenda calidad y al planteamiento de cómo un grupo acústico de estas características puede abrirse a un público no necesariamente experto en este tipo de sonidos. Una auténtica delicatessen.
Texto: © Carlos Lara, 2017
Fotografías: © Enrique Farelo, 2017


Mostly Other People Do the Killing (Festival Internacional de Jazz de Madrid, Auditorio Conde Duque, Madrid.2017-11-10) [Concierto]

Fecha: 10 de noviembre de 2017
Lugar: Auditorio del Centro Cultural Conde Duque
Grupo:
Mostly Other People Do the Killing
Steven Bernstein (trompeta y trompeta slide)
Jon Irabagon (saxo tenor)
Dave Taylor (trombón bajo)
John Arman (guitarra)
Ron Stabinsky (piano)
Moppa Elliott (contrabajo)
Kevin Shea (batería)


En el eterno debate sobre la música contemporánea, la que nos toca vivir, siempre sale a relucir si las propuestas deben ser realizadas para ser entendidas por el gran público o si por el contrario, los músicos no tienen que hacer concesiones y simplemente ser coherentes, fieles a sus esencias,  y no buscar el botón que conecte automáticamente con la audiencia. Supongo que en muchas ocasiones, Moppa Elliott, líder de Mostly Other People Do the Killing se lo habrá planteado, sobre todo en la más reciente etapa del grupo.


 Una formación como MOPDTK, que a lo largo de su trayectoria (once discos en el mercado) ha ido cambiando su personal y enfoque estilístico, no ha debido ser precisamente una balsa de aceite y por la mente de Elliott y sus acompañantes se han debido cruzar muchos cables a la hora de ser siempre originales y ofrecer música de tanta calidad. Estamos hablando de músicos curtidos en mil batallas con proyectos propios a sus espaldas, lo que vendría a ser un supergrupo en el que como siempre, se trata de equilibrar los egos y ese papel le toca a Moppa Elliott, un tipo con cara de no haber roto nunca un plato.

Tras un periplo de quince años, con distintos vaivenes y cambios de formación, este septeto pisaba por primera vez suelo madrileño para presentar Loafer’s Hollow, su penúltimo trabajo.

  
Para abrir boca se lanzaron con las dos primeras piezas que inician el disco, “Hi-Nella” y “Honey Hole”, ambos nombres de ciudades de Pennsylvania. Un comienzo ciertamente arrollador, en el que sus incursiones por el jazz más tradicional y reconocible, dieron paso a muchas asonancias, sonidos exploratorios y ritmos chocantes. Lo que parecía un concierto lleno de homenajes al jazz de los treinta y cuarenta se transformaba constantemente. Los momentos más apacibles daban paso a una formación que se prodiga con mucha contundencia, donde el trombón bajo de Dave Taylor se lleva la palma por su corpulencia sonora. La primera impresión es que estamos ante un grupo ciertamente innovador que ha querido hacer un homenaje al jazz de los treinta y cuarenta reactualizándolo al siglo XXI, y así se corroboró con “Seabrook, Power, Plank”, una pieza contenida en su disco Red Hot, donde a modo de marchin´ de Nueva Orleans, con un solo de Jon Irabagon, la banda se decanta por derroteros clásicos, aunque siempre aportando ritmos y giros imprevistos.


 La música de Duke Ellington, músico ilustre de Pennsylvania, planea constantemente en el repertorio y eso lo tiene muy asumido su paisano Moppa Elliott en sus composiciones, como es el caso de “Whitehall”, incluída en el último disco de MOPDTK, Paint, con un trabajo espléndido de Ron Stabinsky al piano, que tiene continuidad en “King of Prussia” (otra incluida en Red Hot). Aquí Stabinsky dio una lección de digitación lenta, precisa, pero que se fue tornando asonante, abstracta y compleja, para dar entrada a la banda en una balada “elligtoniana”, con el saxo y la trompeta internándose en terrenos cálidos. Rotos de nuevo estos matices por las acometidas absolutamente libres de los metales. Aquí llegó un inciso con la aparición del piano, la guitarra de John Arman (sustituto de Brandon Seabrook, especialista en el banjo) y de la batería, que ofrecen un momento inolvidable, hasta que el grupo invade de nuevo todo el protagonismo y sobresale de manera portentosa la trompeta de Steven Bernstein, un músico polifuncional que, como todo el grupo, se vacía en el escenario.


El grupo continuó con la presentación de su disco Loafer’s Hollow, con cuatro piezas más incluidas en el mismo, donde homenajea a escritores ilustres. Empezando por “Mason and Dixon” (para Thomas Pynchon), pieza muy contundente con la banda aplicando constantes giros rítmicos que apabullan. Otra eminentemente potente fue “Bloomsburg” (para James Joyce), con Jon Irabagon, Steven Bernstein, y Dave Taylor en plena efervescencia creativa. Un blues donde estos últimos establecieron unos diálogos rotundos. De nuevo un giro, y recoge el testigo Ron Stabinsky, con un solo improvisado con el inestimable apoyo del saxo tenor Jon Irabagon.

A todo esto, Moppa Elliott a lo suyo dirigiendo a la banda con una autoridad disimulada que sirve para poner a todos los músicos en su sitio. Su comienzo con el apoyo del trombón y la guitarra de John Arman, caracterizan el tema “Kilgore” (para Kurt Vonnegut). Recogen el relevo con sus nuevos aportes el trombón bajo y la trompeta slide, en una pieza que respira un cierto tono de festival y danza, donde tampoco hay que olvidar el dueto del saxo tenor y el trombón. Ron Stabinsky, fiel a su tónica de toda la noche, acometió un solo enérgico que se iba desfigurando poco a poco y descomponiéndose en multitud de referencias estilísticas.


 Entonces llegó una pieza lenta, con reminiscencias de los sesenta, “Gum Stamp” contenida en Red Hot, casi bailable, hasta que un solo de trompeta rompe la tranquilidad y la pieza comienza a intercalar aportaciones claramente libres de todos los músicos en una especie de aquelarre en espera de una aparición.

Un solo a dueto de Jon Irabagon y Steven Bernstein en la trompeta slide, dan comienzo a la última pieza del disco presentado, “Meridian” (para Cormac McCarthy). Testigo que recoge toda la banda para ofrecer un nuevo blues marca de la casa de Moppa Elliott. El final llega con todos los miembros de la banda alargando sus improvisaciones.

El lazo a la actuación vino de la mano de la composición de Duke Ellington, “Blue Goose” incluida en Paint, último disco de la banda publicado en formato de trío. Un tema que suena lento y melódico, con el típico aroma de pequeña banda de jazz de Ellington, donde el batería, Kevin Shea, marca el rítmo e impulsa al grupo hacia niveles superiores. El intercambio de los solistas, tenor, trompeta y trombón, va preparando el terreno para el fin de fiesta que fue arrollador, en plena coherencia con lo que se pudo disfrutar en el concierto.

Al final, volviendo al comienzo de esta reseña, siempre nos quedará la incógnita de si el grupo ha sido absolutamente honesto con el público y le ha ofrecido justamente lo que quería escuchar. Esa es una de las bazas con las que juega esta banda, que sin poner ni un milímetro en duda su calidad y profesionalidad, parece que no han roto un plato nunca, pero quien sabe si alguna que otra vez, jugando con su nombre, estarían dispuestos a matar.

Texto: © Carlos Lara, 2017.
Fotografías: © Enrique Farelo, 2017


martes, 7 de noviembre de 2017

Henri Texier Hope Quartet (Festival Internacional de Jazz de Madrid, Auditorio Conde Duque, Madrid.2017-11-03) [Concierto]

Festival Internacional de Jazz de Madrid

Fecha: 3 de noviembre de 2017
Lugar: Auditorio del Centro Cultural Conde Duque
Grupo:
Henri Texier Hope Quartet
Henri Texier (contrabajo)
Sébastien Texier (saxo alto, clarinete y clarinete alto)
François Courneloup (saxo barítono)
Louis Moutin (batería)


Henri Texier representa una de las más altas cotas de la creatividad en el jazz europeo. Icono del jazz francés, con una merecida fama de experimentador, siempre ha sabido rodearse de músicos capaces de impregnarse de las muchas aventuras musicales en las que se ha embarcado.
  


Texier es un compositor que compacta sinergias, que hace aflorar en sus músicos lo mejor de cada uno. Es un eterno defensor de su trabajo, al cual se sacrifica para que sus acompañantes se vuelquen por entero en el colectivo. Desde la individualidad se fortalece el colectivo, porque así se sienten implicados los músicos que conforman el Hope Quartet, donde no falta su inseparable hijo Sébastien y los fieles acompañantes de un tiempo para acá, François Corneloup y Louis Moutin, músicos llenos de inspiración y capaces de alcanzar altas dosis de calidad, porque ejecutan su trabajo con mucha intensidad y profesionalidad.

Músico muy apreciado en España y en Madrid concretamente, donde ya hemos podido disfrutarle en otros formatos, no menos brillantes, en esta ocasión ha resucitado al Hope Quartet, con una referencia conocida a partir de un trabajo llamado L’Improviste, una actuación en directo en la que el grupo daba muestras de sus más altas dotes interpretativas.

Poco más de media docena de temas fueron suficientes para que Henry Texier y su grupo desgranaran, con una precisión de orfebrería, algunas de las composiciones recientes de su último trabajo llamado Sky Dancers (Label Bleu 2016), a las que se añadió algún tema más veterano. Desde “Mic Mac”, con la que se inició el concierto, pasando por “He was just shining”, “Hopi” y “Dakota Mab”, además de “Sacrifice” y “Sueño Canto”, para completar un concierto que fue redondo en todos los sentidos.
  


Sébastien Texier y François Corneloup son unos finos estilistas que se prodigan con precisos fraseos y solos, cargados de intensidad y emoción. Louis Moutain, uno de los gemelos Moutin (el otro es el gran contrabajista François), muestra una inspiración aplastante dominando tanto las facetas de la percusión como el acompañamiento con o sin baquetas. Tuvo unos cuantos duetos con Henry Texier para admiración del público. Texier impulsa al grupo trabajando las cuerdas con cuidado y mucho sentido. Sus composiciones crean ambientes sugerentes, pueden ser cuadros coloristas o más o menos reflexivos. Siempre proponiendo ritmos y giros nuevos dentro de un amplio abanico siempre dispuesta a surcar terrenos novedosos.
  


En “Sacrifice”, el grupo encadenó varias improvisaciones, en las que batería y saxo alto se mostraron muy eficientes en sus solos largos y muy enérgicos. Las aportaciones de Corneloup con continuadas improvisaciones al máximo tienen su complemento con el clarinete alto de Sébastien. Ambos muestran una compenetración de muchos quilates.

Si por momentos los metales llevan la iniciativa, en otros éstos juegan a crear el ambiente propicio para que el contrabajo y la batería se alíen en algunos divertimentos recíprocos. De los pasajes más tranquilos se puede pasar a una danza apoyada por la percusión y los metales, como en “Dakota Mab”, un tema que se inspira en los pueblos indígenas de América del Norte, los otros son el navajo y el comanche.
  


En “Sueño canto”, el tema que sirvió para poner punto y final a concierto, Henri Texier dio toda una lección de sensibilidad interpretando una melodía que, por momentos parecía inspirarse en una raga de la India, acompañada por la percusión de Moutin. Una pieza de una belleza intensa, en la que el clarinete le otorga un brillo y un realce especial, con el barítono como el acompañante perfecto. Porque la música que emana de este grupo no puede ser calificada más que de perfecta, en la que todas las notas tienen un sentido.

Si hablamos de los universos musicales creados por los grandes jazzistas en la historia de esta música, también cabría referirse al `Universo Texier´, con su peculiar mundo sonoro al que sigue siendo fiel en sus más de 50 años de trayectoria profesional. Un universo en el que la característica más común sigue siendo, y por muchos años, la expresión musical en plena libertad, porque así debe ser considerado Henri Texier: un nombre para figurar en la historia.
Texto: © Carlos Lara, 2017
Fotografía: © Enrique Farelo, 2017